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HANNA Y SUS HERMANAS I

Cada septiembre cuando vuelvo al cole siempre me angustia volver a empezar.
Como siempre, empiezo poco a poco a construir la montaña pensando en todo lo que tengo que hacer
y se me viene encima. Primero es un pequeño montículo de tierra seca,pero pronto va convirtiéndose
en una meseta, va apareciendo vegetación, fauna, todo un ecosistema y  cuando me doy cuenta es la
gran cordillera de los Andes y ya la sensación de vértigo es imperativa.  Entonces aparecen  personajes
en el paisaje, empiezo a imaginar las situaciones y conversaciones que se van a generar.  
Aunque muchas veces la mayoría nunca llegan a suceder , me preparo cual general en el ejército antes
de una batalla, recreando e imaginando las conversaciones que pudieran llegar a cabo.
De modo que siempre acabo con una buena crisis dramática, acompañada de mis tranquilizantes
naturales y químicos o sea: pan, chocolate, cerveza y diazepan. Mientras toda esta vorágine mi novio
Andreu que es un gran observador y espera paciente el momento oportuno cuando yo digo la gran frase:
es que este año estoy muy mal de verdad, el año pasado no me pasaba estaba mejor, más animada
verdad?  El, me mira y dice sin perder la tranquilidad: no, el año pasado estabas igual de mal, cada año
haces lo mismo. Esto es así desde el minuto 0.
Esto me hace recordar una escena de Hanna y sus hermanas, donde Woody está preocupado porque
el médico le ha pedido hacer  y unas pruebas y ya está convencido que es un tumor cerebral.
El dialogo dice:
- No puedo pensar en eso, está mañana yo era tan feliz, sabes y  ahora no sé que me ha pasado.

- Esta mañana estabas hecho una mierda, habíamos bajado en los sondeos y los patrocinadores
estaban furiosos.

- No, yo era feliz pero no me daba cuenta de que lo era.

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