SANTA JUSTA AL LÍMITE
Como recordaréis, me quedé sin móvil en Rota al darme un guantazo un camarero carajote que llevaba las comandas de un lado a otro como si no hubiera un mañana.
Al dia siguiente me espera todo una buena jornada en Sevilla a 40 grados en la sombra, una vaga histórica de taxistas y sin móvil ni ninguna manera de comunicarme.
Hoy me he dado cuenta de algo importante. A demás de mi adicción al azúcar tengo una preocupante adicción al móvil. Bueno, para ser honestos esta adicción la compartimos toda la sociedad capitalista, excepto quizás un pequeño reducto de personas que como el pequeño poblado de Asterix, aún no han sucumbido a la fiebre de la comunicación constante.
Da miedo lo que te puede llegar a bloquear, no puedes comunicarte con nadie, ni buscar donde se coje el bus para ir a Santa Justa, por si no hay ni un taxi en toda la ciudad, no puedo escuchar mi música, escribir, mirar las noticias, hasta saber la hora porque tengo el reloj que también se está arreglando. . Pero lo peor es el vacío y la ansiedad que se te va apoderando de ti poco a poco cada vez que pienso: todo el dia en santa justa esperando y todo el trayecto del Ave hasta Barcelona hasta las 9 de la noche… sin poder hacer todo esto.
Entonces, ya solo sea por necesidad, decides que esto es un regalo de la vida para poder conectar contigo misma, estar presente y trabajar la consciencia del aquí y el ahora que tanto me hablaban en mi formación de yoga.
Pero la verdad es que no llevo ni 10 minutos y ya me estoy cagando en los muertos del móvil y de toda la gente a tu alrededor mirando el suyo como zombis y empiezas a notar como tu cuerpo nota físicamente la ausencia del móvil. De repente oigo el sonido del wassap del móvil de alguien y tengo la necesidad de cogerlo… muy fuerte!
entonces me empecé a fijar realmente en toda la gente, cada uno en su pequeño mundo vinculados con su pequeña pantallita, totalmente abducidos y ajenos al momento y a lo que les rodea.
A ver, no quiero que se confunda, este no es el típico discurso autocrítico anti tecnología sobre que se están perdiendo la esencia de las cosas y de que la sociedad se va a la mierda porque sino se me hubiera muerto el movil anda que iba a estar escribiendo todo esto a mano en una libreta. O sea que es la típica situación que obligada por las circunstancias, valoras otras cosas de la vida y intentas nutrirte de lo esencial y quedarte con lo que realmente importa pero como decía Joey en Friends si un ciego volviera a ver acaso volverías a tocar todo con los dedos.
Seguramente estaría haciendo lo mismo pero con el móvil, pero el redactado estaría salpicado del icono del wassap ralentizando bastante el proceso de escritura y potenciando también mi irreal y no diagnosticado TDAH.
Me voy imaginando la cantidad de wassaps, llamadas, mensajes, tweets, instagrams y vídeos chorras que me llenan de información absurda e innecesaria la cabeza.
Por otro lado, reconozco que no tener ninguna interrupción, saber que nadie me va a hablar, preguntar, opinar, decir ni comunicar nada en todo el dia hasta que llegue a Barcelona me proporciona una extraña y cálida sensación, como en Antes del amanecer, de estar en un tiempo que no cuenta y que solo es para mi, no lo voy a compartir con nadie. Bueno, hasta hora claro… y con el tío que se me ha puesto al lado del Ave y no tiene suficiente con cotillear su móvil que de vez en cuando va ojeando mi desbaratada caligrafía.
Resumiendo:
solo soy una gilipolla más que se ha cargado la pantalla del móvil por caerse al suelo mil veces y se hace pajas mentales para sobrellevar los 42º grados a la sobra de mi querida Andalucía.
Después de ver una peli super familiar de navidad, muy adecuada a la temperatura todo hay que decirlo, y escuchar todas las bandas sonoras de películas del mundo, gracias a Renfe el trayecto finalmente concluyó sin mayores acontecimientos.
Pero mi cabeza estaba apunto de explotar. Llevaba horas y horas pensando sobre mi vida, las ganas que tenía de ver a Andreu, como estaremos después de tantos días separados, como será el reencuentro, que cara pondré yo, que cara pondrá el… en fin, lo de siempre y encima añade el stress y mono de no tener móvil todo el puto dia que le añade un tinte aún más apocalíptico. Lo curioso del tema es que yo días antes le había preguntado si me iba a ir a buscar y me había dicho que no, que así aprovechaba mientras él hacía la cena, lo que no sospechaba él es que mi mente enferma de tía que ha crecido con cuentos de hadas, me había convencido que me estaba gastando una broma y que no era posible que no viniera a buscarme. Mi madre por otro lado me había preguntado si me venía a buscar diciéndole yo toda orgullosa: no hace falta vendrá Andreu. De modo que ya teníamos todos los ingredientes necesarios para hacer una buena tragedia porque en el momento álgido donde yo buscaba emocionada su cara entre toda la gente que viene a buscar sus seres queridos, Andreu estaba haciendo ver que barría con la roomba puesta mientras escucha el nuevo bluray de Hans Zimmer.
Cuando yo bajo de ave y hago un barrido rápido con la vista y no lo veo me empiezan a sonar todas las alarmas y empiezo a correr nerviosa por toda la estación ya en modo hiperventilación sin ningún resultado, REALMENTE NO HA VENIDO A BUSCARME!!!
Después de toda la tensión del móvil, el viaje, sin poder comunicarme con nadie y mi cosecha habitual de paranoias, el hecho que no estuviera allí era la prueba que me faltaba para abalanzarme a la más absoluta desesperación y reafirmar la idea ridícula y fatalista que se me ha instalado en la cabeza de que no llego a los 40 y es aquí y ahora cuando empieza el fin y la descomposición de mi cuerpo en moléculas.
Empiezo a buscar llorando desesperada una cabina porque tengo que asegurarme que no esté allí y realmente me haya abandonado pero encontrar una cabina como ya dije anteriormente es un deporte de riesgo. Por fin encuentro una y consigo hacer una llamada pero sale el contestador y gasto las últimas monedas que me quedaban, me vuelvo a salir corriendo a buscar alguna tienda que me pueda dar cambio. A todo esto, estoy haciendo esta carrera desesperada cargada hasta los topes de los pimientos, tomates y calabacines de mi tío y una caja enorme de madera que me ha hecho para una actividad del cole.
Finalmente consigo hablar con él y me confirma con su habitual pragmatismo que, tal como me dijo, no estaba allí porque había salido tarde de trabajar y se quedaba a preparar la cena. Aluciné pepinillos y colgué el teléfono, en un último intento histérico de hacerme la melodramática.
Es curioso porque ahora que lo escribo soy capaz de reírme y hacer autocrítica pero en en el momento…., qué actriz se está perdiendo Almodóvar.
Busco un taxi llorando descontrolada y consigo verbalizar la dirección. Cuando llego a casa estoy tan cansada que ya no tengo ganas ni de seguir el drama. La verdad es que me calma bastante ver que Andreu había preparado la mesa con la cena y tenía la casa más o menos limpia.
Bueno vale tregua.
Por cierto después de dos semanas sigo sin móvil.…..esto promete….
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