Siempre estoy diciendo que quiero ir a la montaña, respirar aire puro y conectar con la naturaleza. Cómo Andreu y yo siempre estamos yendo a los mismos sitios para cambiar un poco le pregunté a una compañera de trabajo y nueva amiga y me comentó una excursión chula que podíamos hacer cerca de Baga. Se llama el refugi del rebost que yo he bautizado el rebost de l esquirol.
Después de dos intentos de ir, la primera vez nos dio pereza levantarnos y se nos hizo tarde y la segunda se puso a llover, conseguimos por fin ir a la tercera. De hecho ese domingo dia de la madre también amaneció lluvioso pero como nos habíamos concienciado y sobretodo porque yo había hecho un ultimátum y si no íbamos ardía Troya con todos los troyanos, nos levantamos y nos preparamos para ir a pasar un día estupendo en la montaña.
De camino hacia Berga no dejó de llover y nos tuvimos que ir mentalizando de que a lo mejor teníamos que dar media vuelta. Pero finalmente paró de llover. Cómo siempre, cuando llegamos al sitio en cuestión, ya es más del mediodía nos fuimos al bar a hacer un buen almuerzo.
En realidad esta es nuestra especialidad, nosotros vamos a comer y luego ya si eso, ves tú tirando que yo ya….
Total, que después de comernos un bocata de casi una barra de pan iniciamos la subida a la montaña a la 1 del mediodía.
Y cómo vamos tan bien organizados no llevamos impreso el camino y no había Internet con lo cual no funcionaba el GPS. Empezamos donde indicaba pero no sabíamos bien si el camino que estamos siguiendo era el correcto o simplemente seguíamos un tramo de un GR que no nos conducirá a ningún sitio.
Igualmente empezamos la caminata y en el primer riachuelo que aparece, zaaas, los pies dentro del agua. Olé tú . Nos pasamos todo el día con los pies mojados acabaron arrugados fríos y con pielecillas por todas partes.
Como íbamos emocionados contemplando el verde de los árboles y encima el suelo estaba húmedo y lleno de hojas, el paso era algo atropellado entre tantos resbalones.
De repente unas vacas en el paisaje completaban aún más si cabe la estampa bucólica y pastoril.
Al ver unos terneritos blanquitos relajados en la hierba muero de ternura y decido acercarme a tocarlos. Me fijo que alrededor del prado hay unos plásticos en forma de valla que rodean las vacas pero me convenzo que son inofensivos y decido atravesarlos. Para asegurarme primero toqué las cintas con el palo y me pareció oír un crepitar pero no le di importancia. Pregunte a Andreu y me aseguro que no había peligro que era plástico. Entonces cuando levante la pierna para saltar la valla noté rápidamente una sacudida en todo el cuerpo como si me dieran con un palo. Me entraron ganas hasta de llorar del susto. Vaya tela con Andreu como para fiarme de él. Desde luego somos más de ciudad que las palomas de la plaza Cataluña.
Cuando empezó a dominarnos la desesperanza y cada vez teníamos más claro que el camino no nos llevaría a ningún sitio, de repente apareció un cartel que ponía: Refugi del rebost. Qué alegría más grande sentimos en aquel momento al menos el esfuerzo estaba valiendo para algo y íbamos con un rumbo concreto. Pero la putada es que ya eran las 3 y pico y ya habíamos decidido que si en un cuarto de hora no encontrábamos nada nos volviamos pero al ver que íbamos por buen camino teníamos que llegar al final y eso quería decir que seguíamos caminando un buen rato más! El bocadillo de las 12 aunque había sido enorme empezaba a desaparecer.
Después de unos cuantas maldiciones e insultos por mi parte, sin nada de agua ni comida llegamos al refugi. Justo entonces aparece el chico encargado del refugio que acababa de recoger y ya había cerrado todo.
Maravilloso! Si hubiéramos llegado antes…. Al menos pudimos llenar la cantimplora de agua fresquita de la fuente y nos quedamos contemplando las vistas en un banco de madera.
Pero no pasaron ni 5 minutos que en ese momento se puso a llover y tuvimos que recoger corriendo y empezar el descenso.
A mitad de la bajada se nos ocurrió la brillante idea de bajar por la carretera para evitar torceduras y dolores de rodillas. Y menos mal de esta idea, hasta ahora la mejor de todo el día porque de repente se puso a llover como si no hubiera un mañana. Hacía tiempo que no notaba sobre mi una lluvia tan gorda y pesada. Nos pusimos los impermeables pero yo que soy muy lista me saque la mochila y la puse fuera. Cuando me di cuenta ya era demasiado tarde y me pasé el resto del día no solo con los pies sino con las bragas mojadas del contacto con la bolsa y el pantalón. Bravo
Llovía tanto que hasta un coche se paró para ofrecernos asilo y Andreu con el típico orgullo de tío que nunca pide ayuda y quiere hacerlo todo por su cuenta declinó la oferta restregandome en la cara la repelente frase: no querías conectar con la naturaleza? Yo entré en modo niña del exorcista cagandome en todo, en la montaña, la conexión con la naturaleza y el puto karma de los cojones.
Después de casi morir en la carretera llegamos mojados doloridos hambrientos y exhaustos al coche. Fuimos a comer merendar o cenar algo a las 7 y pico por Berga y volvimos a casa en coche.
Estaba en la cama a las 10 y no había un músculo que no me doliera.
Menos mal que dicen que la naturaleza alegra el espíritu y hacer ejercicio da salud y energía.
Me levanté al día siguiente para ir al colegio sin ganas de vivir… no sé, será que hacemos algo mal.
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