Lo mío no es normal definitivamente. Alrededor mía los sucesos se agolpan de forma terrible y como las fuerzas de la naturaleza es mejor aceptar su poder y dejarse llevar por el flujo de las circunstancias.
Me levanto por la mañana decidida a ir a trabajar con ilusión y ganas. Después de tomarme el café me conformo con sólo ir al colegio.
Esta tarde después de un intenso día con los niños y con los adultos decido que ya he tenido suficiente por hoy y me voy a mi casa. En lugar de ir al curso de matemáticas competenciales manipulativas, ecológicas y con aloe vera prefiero irme a la piscina y cultivar eso de lo que hablábamos tanto en el curso de psicomotricidad, el cuerpo vamos…
Para empezar de camino al gimnasio ya me doy cuenta que me he dejado las bambas o sea que sólo podré hacer un rato de piscina. Los ejercicios de máquinas a tomar por culo….ooh que pena…
En fin, después de estar en remojo un rato, la mayor parte del tiempo, parada pensando y solucionando mi vida me voy a la ducha ( el mejor rato por cierto ) y después de ponerme las cremas, en piel pelo y demás mierdas que a las tías nos ponemos porque nos han convencido que necesitamos para estar estupendas me voy a secar el pelo. El secador tiene bastante potencia pero entre esto, que el enganche del pendiente ( recién arreglado por mi compañera Belén, la manitas del cole) no está del todo fuerte y básicamente que soy más bruta que un arao el pendiente se ha ido a tomar por culo y ha saltado al vacío como si no hubiera un mañana. Yo me he puesto como una loca a buscarlo pero este no aparecía. Muy extrañada empiezo a mostrar signos de desesperación y ansiedad.
Las chicas que se estaban secando, arreglando el pelo, poniéndose crema o simplemente secándose el potorro se han organizado cuál quinto de caballería en una batalla con la única misión: HAY QUE ENCONTRAR EL PENDIENTE CUESTE LO QUE CUESTE. Después de un buen rato, buscando debajo de las moquetas del suelo, moviendo los bancos para subirnos y mirar arriba de las taquillas buscando sin ningún éxito. Incluso se organizaron por diferentes escuadrones: Unas se dedicaban a buscar por el suelo, otras dentro de las papeleras o en las rendijas de las taquillas. Había incluso algunas que proponían mirar encima del reloj digital que está en el techo. Pero todo era en vano. El pendiente no aparecía y ya empezábamos a temernos que se había quedado cuánticamente anclado en esa realidad paralela donde se encuentran todos los calcetines desparejados de la lavadora.
Era inútil, el pendiente no aparecía por ningún sitio. Decididas a abandonar toda esperanza y abocadas a asumir la cruda realidad, yo me dispongo a recoger mis bártulos cuando me suelto el pelo de la coleta que me había hecho para concentrarme en buscar mejor y de repente una de las chicas se agacha y recoge el pendiente del suelo diciendo: mira, se te acaba de caer del pelo, lo tenías tú!
Hemos acabado la mayoría riendo como locas e incluso algunas me han agradecido el buen rato diciendo: ha sido buenísimo!
Y yo me pregunto, esta situación un grupo de chicas lo han transformado en una actividad de cooperación y un momento cómico para reinos de la situación y de nosotras mismas.
Qué hubiera pasado en un vestuario masculino…?
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